Vivo con la certeza de imaginar volver a ver su sonrisa, que no se vaya. Me quedaré en mi pura soledad, de esperarla un viernes para que un domingo se vuelva a marchar. Que ya no nos riamos por las noches, y que ella se haga la autista. Sus ojos verdes, que miran el cielo. Sus labios secos que besan otros. Su pelo rubio, paja de primavera. Doce son ya, doce serán más, y a la vida suerte le eché, para tenerla. Se cerró la puerta, miedo surgió, mis lágrimas volvían a caer desesperadamente, deseando otro viernes. Mis viernes son sagrados, lo tienen todo, amor, amistad, y vida. Vuelvo a tenerla, otra vez para abrazar, cogerla por sus piernas delgadas, y que mi padre piense que parece el aire. Aire parece, porque no se mueve, tantos días aquó encerrada, mirando siempre a una hoja de papel, siempre iba a molestar, pero ella veía que no iba para eso. Derramaré lágrimas, hasta que acabe de decirlo. La echaré de menos, demasiado. Mi hermana mayor, muy pequeña, pero es mi hermana. Te quiero mucho Cecilia.
jueves, 2 de abril de 2009
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